España estará envejecida en el 2050: las consecuencias

 

Los cambios sociales son cada vez más rápidos y complejos. La demografía, la economía, el mundo laboral, el sistema de valores o la interconexión mediante las nuevas tecnologías ya no son unos indicadores estancos, cuya evolución se pueda prever. A pesar de su creciente complejidad, dichos elementos de análisis siguen siendo vitales para afrontar correctamente los retos del futuro, adaptar la legislación a los nuevos escenarios y anticiparse a hipotéticos problemas, cada vez más determinados por el azar.

La tendencia demográfica es la que menos dudas plantea a los analistas. Cada vez tienen más claro que “en el año 2050 seremos el país más envejecido del mundo, según las actuales proyecciones demográficas. Esta previsión plantea serios retos políticos y sociales que significarán una total reconfiguración de los sistemas de pensiones, como apuntan los informes de la UE”, explica José María Beneyto, catedrático de Derecho Internacional en la Universidad San Pablo CEU, diputado del PP y coordinador del último número de la Nueva Revista de política, cultura y arteeditado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Un monográfico en el que varios intelectuales y políticos analizan las tendencias de futuro en España y el resto del mundo.

De la superpoblación al ‘invierno demográfico’

La sociedad del riesgo o de la incertidumbre, según el término que acuñó el sociólogo alemán Ulrich Beck hace ahora dos décadas, comporta una serie de amenazas que si no se identifican con suficiente antelación acabarán causando daños irreversibles. Para Beneyto, el desafío demográfico es el más claro y sobre el que se necesitan tomar medidas inmediatas. “En el mejor de los casos, en una década habrá una persona activa por cada persona inactiva, por lo que deberíamos reflexionar y reaccionar cómo nos organizamos en una sociedad así”.

Las teorías de la superpoblación mundial popularizadas en la segunda mitad del siglo pasado y las catastrofistas consecuencias que ya vaticinaba Thomas Malthus en suEnsayo sobre el principio de la población (1798) parecen definitivamente enterradas. “Siempre ha existido la creencia generalizada de que la población mundial seguiría creciendo insosteniblemente, pero ahora sabemos que se producirá una contención demográfica en todos los continentes menos en África. El freno demográfico afectará principalmente a Europa, convirtiéndose en un grave problema para el sistema de pensiones y de protección social a mediados de este siglo”, según apuntaJosé María Garrido, catedrático de Derecho de la Universidad de Castilla-La Mancha y senior counsel del Banco Mundial. Los países de Europa del Este, sobre todo Rusia, será los que más habitantes pierdan, viviendo así lo que se conoce como ‘invierno demográfico’.

Hacia una ‘jubilación activa’

Desde el punto de vista del catedrático es necesario combinar políticas de fomento de la natalidad con otras medidas más drásticas, como el retraso en la edad de jubilación o la implantación de lo que denomina jubilación activa; es decir, un abandono progresivo de la actividad laboral junto a la asunción de otras labores más acordes a esta etapa vital.

Precisamente, el informe anual sobre sostenibilidad fiscal de la UE presentado esta semana exhorta a España a que sigaretrasando la edad de jubilación en función del aumento de la esperanza de vida para frenar el gasto en pensiones. En caso de que no se adopten estas medidas existen “riesgos para la sostenibilidad del sistema de pensiones en España a medio y largo plazo”. Unas medidas que en opinión de Garrido no son más que “pequeños parches; necesarios, pero cortoplacistas”.

Los planteamientos que defiende son mucho más radicales y profundos, puesto que“si no hay un cambio de la civilización dominante en Europa, anclada en el relativismo y el pesimismo, será difícil plantear soluciones de tipo técnico y político tanto en lo económico como en lo demográfico”. El futuro de la humanidad, continúa Garrido, pasa necesariamente por “la construcción de una nueva sociedad” con unos valores renovados y con la recuperación de la cultura como marco general interpretativo de la realidad.

Las instituciones representativas se globalizan

Para Beneyto el “problema demográfico no podrá solucionarse fácilmente sin una mayor inmigración”, un factor con el que no se podrá contar si el mercado laboral no es capaz de generar más puestos de trabajo. De hecho, este año es el segundo consecutivo con un saldo migratorio negativo, tanto por el número de inmigrantes que se van del país (365.238 en lo que va de 2012) como de los jóvenes nacionales que se marchan a trabajar al extranjero (54.912).

En cambio, este último fenómeno de la emigración juvenil no debe enfocarse solamente desde el lado negativo, según defiende el diputado. “Yo mismo he sido un emigrante profesional durante doce años. Para mí tiene una vertiente positiva porque la gente acumula mucho valor añadido en forma de experiencia, idiomas y know-how. Además siempre se emigra con la intención de volver y, cuando se comience a crear empleo aquí, la gente que se ha ido retornará”. Para Garrido se trata de “una situación paralela a la de los obreros que emigraron a Europa en los años 60 y 70 del siglo pasado”.

La crisis de representatividad política será otro problema grave a corto y medio plazo, cuyos efectos ya se están dejando notar en la actualidad en forma de desconfianza hacia los cargos públicos, según señalan los barómetros del CIS. La creciente interconexión global, gracias a la universalización del acceso a las nuevas tecnologías, obligan a buscar nuevas formas de representación política, más globales y equilibradas que las actuales. “Lograr una mayor representatividad a nivel global, ampliando las instituciones de gobernanza internacional”, será una tarea que requerirá mucho tiempo y esfuerzo, según Beneyto, pero necesaria “porque está claro que ni el G20 ni el G7, inicialmente, lograron conseguir estos objetivos”.

Un país económicamente equilibrado con el resto del mundo

Los analistas coinciden en que este generalizado sentimiento de desafección hacia las instituciones, parte de la actual coyuntura económica y del sufrimiento personal ocasionado por la crisis. “Esta situación es similar a la que se produjo en los prerrevolucionarios años veinte”, advierte Garrido, a lo que Beneyto contesta instando a “reformar, regenerar y renovar las instituciones, siempre y cuando la crítica sea constructiva”.

El equilibrio económico entre los países es una tendencia “imparable”, apunta Garrido. Para el catedrático de la UCLM, en los próximos años ocurrirá que “los sueldos medios serán menores en países como España y subirán en aquellos donde son más bajos hasta que lleguen a equipararse. Este fenómeno ya ha comenzado y no se debe solo a la crisis, sino a la globalización de los mercados y a la distribución de bienes a escala universal”.

La conclusión de ambos analistas es que para superar estos retos de futuro hay que “cerrar filas de manera más colectiva”, y profundizar en las redes de solidaridad. “Mi esperanza está en que, en lugar de buscar cómo salvarnos individualmente,busquemos cómo salvarnos colectivamente. De este modo, será más positivo tanto para nosotros mismos como para la recuperación económica del país”, sentencia Garrido.

 

20 dic/amodom/ elcofidencial.com

 

 

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