Más de la mitad de los inmigrantes se quedará en España a pesar de la crisis

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  • El último informe del INE, que revela la salida del país de casi 260.000 personas en la primera mitad del año
  • Según un informe, sólo el 31% de inmigrantes residentes en España quiere ahorrar para volver a su tierra natal, en su mayoría rumanos

 

Abandonaron sus hogares en busca de una vida digna. El país que les vio nacer no podía garantizarles un porvenir y decidieron embarcarse en un viaje entre la incertidumbre y la esperanza. Tras seis años en España,más de la mitad de ellos están dispuestos a quedarse entre nosotros porque, pese a tener salarios inferiores a la media y sentirse algo despreciados por los políticos, disfrutan de unas condiciones sociales que sus lugares de origen no pueden ofrecerles.

Este es el perfil que, a grandes rasgos, dibuja un minucioso estudio elaborado por la editorial SM que, por primera vez, analiza el fenómeno de la inmigración en España a través de los ojos de sus propios protagonistas. «Para razonar y sentir la inmigración, hay que vivirla», explica Ileana Ligia Mihaila, impulsora del trabajo. Acostumbrados a las gélidas -y en ocasiones, confusas- cifras oficiales, ‘Claves de la integración de los inmigrantes en España’ elabora una radiografía más profunda y realista. «Suele haber muchos tópicos y la mayoría salen desmontados. Queríamos tener una opinión pormenorizada de los inmigrantes», asevera el sociólogo Antonio Gutiérrez Resa.

Su publicación coincide con el último informe del INE, que revela la salida del país de casi 260.000 personas en la primera mitad del año. Frente a esta tendencia, el estudio proyecta la imagen de un inmigrante a quien las consecuencias de la crisis económica, cuyos efectos sufre este colectivo con mayor intensidad, no parecen disuadir de sus planes de futuro en territorio español. El 57% de los más de dos mil expatriadosque han respondido a las cuestiones reconoce su deseo de quedarse permanentemente en España. Sólo el 31% se afana en ahorrar para volver a su tierra natal, en su mayoría rumanos.

Este país del viejo bloque comunista es el origen del colectivo migratorio más numeroso. Casi uno de cada cinco inmigrantes proceden de allí. Detrás se sitúan por este orden: magrebíes, latinoamericanos y, en menor medida, europeos occidentales. Estos últimos tienden a concentrarse en guetos, en los que se limitan a emular el estilo de vida de sus países sin mostrar ni un ápice de interés en la cultura autóctona.

SATISFECHOS CON SANIDAD Y EDUCACIÓN

La principal correa de transmisión de los inmigrantes con la sociedad española, apunta el estudio, es el sistema de protección social. No distan mucho de los autóctonos al sentirse ignorados por la clase política, lo que deriva en una ínfima participación en actividades sociales y asociativas, pero su entusiasmo crece al hablar de los servicios. Una amplia mayoría -por encima del 80%- valora muy positivamente la sanidad y la educación públicas, cuyo funcionamiento califican como satisfactorio.

Las principales preocupaciones de estas minorías reflejan el escenario de dificultades que atraviesa la sociedad española. El paro -un 14% superior a la media entre los inmigrantes- y la vivienda son sus grandes caballos de batalla. No es de extrañar si observamos que tan solo el 23% de los expatriados disfruta de un contrato fijo y apenas el 16% opta por una vivienda en propiedad.

Pese a la heterogeneidad del colectivo inmigrante residente en España, las diferencias entre ellos son mínimas y responden a matices de tipo cultural o religioso. La población de origen latinoamericano manifiesta un grado de integración casi pleno gracias a los vínculos lingüísticos y culturales compartidos con la ‘madre patria’. Unos vínculos que contemplan como grandes obstáculos los oriundos de Europa oriental y, en mayor medida, de regiones islámicas, que admiten cierta inquietud hacia los brotes puntuales de racismo o xenofobia y la crisis de valores reflejada en problemas sociales como la violencia de género o el consumo de alcohol y drogas.

Los investigadores señalan que España no es un país racista -apenas el 5% siente rechazo-, pero advierten de que el contexto actual puede ejercer como caldo de cultivo para actitudes discriminatorias. El principal objetivo del trabajo es «hacer visible al inmigrante» y «elevar el nivel de conciencia de su identidad» entre los españoles. Los propios expatriados reclaman un mayor esfuerzo por parte de los agentes sociales. El 78% sostiene que la sociedad en su conjunto debe implicarse con mayor intensidad en un conocimiento más próximo y humano de aquellos que tratan de prosperar lejos de su hogar.

 

 

11dic/amodom

diariodenavarra.com

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