Aquellos vientos, esta Fronda

Aquellos vientos, esta Fronda

                                                                   Homero Luciano
 
En Veinte Años Después, novela que leí en mi adolescencia, supe por primera vez de La Fronda, ese movimiento con el que Aramís (El Mosquetero) estuvo secretamente vinculado.
 
En  realidad,  La Fronda fue una serie de  insurrecciones ocurridas en la Francia del siglo diecisiete, teniendo como telón una coyuntura de gran depresión económica y graves problemas dentro de las organizaciones políticas y sociales, originando estas acciones la plataforma  que durante un lustro azotó a  esa  sociedad  y  que la historia recoge con este nombre, en virtud a   las hondas que sirvieron de pertrecho a los sublevados de ese  levantamiento  social en París.
 
(“Se ha levantado un viento como de Fronda, /  que contra Mazarino dicen que sopla./ Si al fin aumenta, es posible que traiga fuerte tormenta”…… A. Dumas).
 
Este capítulo de la historia francesa ha dejado huellas tan marcadas,  que aun en nuestros días, cuando se otean en el panorama político tempestades  de  funestas  consecuencias suelen   pronosticarse  como: “Soplan vientos de Fronda”.
 
El Dr. Leonel Fernández, recientemente puso de moda “soplan los vientos” insinuando que su presencia en el escenario político provocaría un huracán indetenible, que lo conduciría otra vez a ser el primer magistrado de la nación.
 
Pero, ¡qué ironías tiene la vida!….después del ensordecedor rugido en el centro olímpico, donde el León cantó y bailó,   y una  guardia Pretoriana  se  formó en  filas,  espada en manos prestos  al  ataque. Desplegaron como águilas sus alas y  el caballo relinchó briosamente en la pradera.  
Siete días después, salidos del oriente, el Príncipe sale con sus tropas disminuidas y obligado a replegarse en   el castillo que ha fundado  y calcular su próxima zarpada.
 
¡El laurel no siempre coronará nuestras sienes! Esta reflexión mandatoria, el poder obnubiló al Príncipe y no midió las consecuencias. ¡Humano es! Le recordaban siempre al triunfante  gladiador al final de su combate, para que no se embriagara de aquel  néctar victorioso.
 
Sin duda alguna, los vientos  están soplando, pero  soplan, anunciando la triste Fronda, que se avecina a lo interno del  partido de la estrella.
 
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